25 ene 2010

Monólogo: Llevar gafas

Tal y como esta el tema de la SGAE, que ya casi te cobran por respirar, lo lógico seria que tratase este tema de rabiosa actualidad, hiciese algún que otro chiste malo, y a otra cosa. Pero como la lógica no es lo mío y yo de actualidad no hablo (pa eso ya están los periódicos y la portera del edificio) voy a hablar de otro tema que seguramente no importe a nadie. Hablemos de gafas.
Si te ponen gafas cuando eres pequeño, te arruinan la vida. Tu madre te dice “no te preocupes, ya veras que bien te quedan, vas a tener pinta de inteligente y todo… que pena que no lo seas”. Una mierda me van a quedar bien. Te van a poner una gafas estilo “culobotella” que encima hacen efecto lupa y te dejan los ojos como dos platos soperos, que más que pinta de inteligente tienes pinta de mochuelo. Y tu vida social se va a la mierda: puedes ser el mas popular de clase, el admirado por todos, profesores y alumnos sin distinción, el “Number one”… que a ti te ponen unas gafas y no vuelves a relacionarte con nadie en lo que te queda de infancia. Como ya dije con anterioridad, los niños son muy crueles. Y los adultos más. Los niños se pondrán con lo típico de “Gafas, gafotas, cuatroojos, cegato, repelente, empollon” y los adultos con lo de “Ay, pobrecito, tan pequeño y ya con gafas… si es que se veía venir, con esa cara que tiene, era una cara de gafas, claramente…”
Aquí he de hacer un inciso para preguntar: ¿Qué leches es “tener cara de gafas”? ¿Naces con la silueta de las gafas ya marcada en la cara y un cartelito en la frente con “Introducir gafas aquí”? ¿Te retuercen la oreja y te aparecen ahí las gafas en plan resorte? Misterios que nunca llegaremos a comprender.
Sigamos. Tu eras un niño anteriormente feliz (ahora eres un búho con gafas) que intenta llevar su vida como puede, y entonces es cuando descubres que se te acabo el chollo de dormirte en clase, por que los profesores, “amablemente”, para que no fuerces la vista, te obligan a sentarte en la primera fila. Cabrones… si a un niño con gafas ya de por si le cuesta sobrevivir, un niño con gafas sentado en primera fila es un blanco ideal para bolas de papel, estuches, bolígrafos, papeleras, sillas, mesas, elefantes, bombas nucleares, o en general cualquier cosa que pueda ser lanzada desde las filas de atrás. Conozco el caso de un chico al que le tiraron encima el picaporte de la puerta. Sin sacarlo de la susodicha. Es entonces cuando desarrollamos el método de supervivencia conocido como “Ostias, o me tapo o salgo de aquí con la cabeza abierta” que es cuando nos ponemos la chaqueta por encima de la cabeza en un desesperado intento por que no nos golpee nada. Vamos a ver, alma cántaro… una chaqueta de chándal tiene el mismo grosor que una hoja de papel… ¿te crees que eso te va a proteger mucho? Eso si no te sacas tu mismo un ojo con la cremallera de la chaqueta… ¿Por qué tienen tanta mala ostia las cremalleras? Tú te dispones a salir a la calle, ves que hace un frío que hasta los pingüinos van con anorak, te pones tu chaquetita, te dispones a cerrar la cremallera… y no quiere. Tu lo enganchas, tiras para arriba, intentando subirla, y la cremallera que no se mueve, debe estar a gusto ahí abajo… tu sigues tirando, la retuerces de todas las maneras posibles… al final acabas cargándote la cremallera. Y si la cremallera se rompe cuando llevas la chaqueta desabrochada, pase, pero… ¿Y si la llevas abrochada? Pues condenado a parecer una morcilla de Burgos toa tu vida, con la chaqueta ahí anclada a la piel.
Retomando el tema de las gafas, si tener gafas de niño es traumático, de adolescente ni te cuento. Yo soy adolescente (o eso dicen) y en mi clase me conocen como “Pss, tu, el de las gafas”. Cuando te ponen gafas, pierdes el nombre, pasas a ser “El de las gafas”. Veamos un ejemplo práctico. Conversación antes de llevar gafas:
-¿Dónde me siento?
-Ahí mismo, al lado de Pepe
La misma conversación, cuando llevas gafas
-¿Dónde me siento?
-Ahí mismo, al lado de… de este de las gafas.
¿A quien le importa tu nombre? ¡Tienes gafas! Con eso ya tienen bastante información como para identificarte:
-¿Quién falta por venir?
-El de las gafas.
-¿A quien no le he corregido la libreta aun?
-Al de las gafas
-¿A quien le quitamos el almuerzo hoy?
-Al gordo, que el de las gafas corre que no veas.
¿Os imagináis que todos nos identificásemos por alguna característica? Seria peligroso… tu ves a un compañero que tiene una pequeña mancha en la mejilla con forma de –por decir algo- berenjena…
-¡Pss, tu, el berenjena!
Ahí dejan de llamarte “gafas” por que de la ostia que te mete “El berenjena” te rompe las gafas. Bueno, las gafas, los dientes, y una ceja. Pasas de ser “el gafas” a ser “el zombie”.
Sin embargo, cuando eres adulto, si llevas gafas, triunfas. Te da al fin la pinta de inteligente que decía tu madre que te iban a dar cuando eras pequeño, se ve que ha llegado con un poco de jetlag. Así que ya sabéis: si queréis triunfar de mayores, no estudiéis, no os esforcéis, simplemente, llevad gafas. Todo será más fácil. Ah, y ¿Quién ha escrito esto?
Pues el de las gafas. ¡Buenas noches!

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