19 ene 2011

La increíble historia del gato volador.

Esta entrada es el resultado del aburrimiento y de una redacción.

Mi familia siempre ha sido amante de los animales y las cosas peludas y adorables que ronronean… es por eso que mi tío encaja tan bien en casa. Pero no es de mi tío de quien voy a tener que hablar, sino del gato. En otros tiempos, fue un gato callejero y ahora es el sultán de la casa donde residen mis tíos y mi abuela. La bola de pelo se llama Silvestre (el gato, no mi tío) pero afectuosamente le llamamos Piolín porque se pasa el día metido en jaulas. Para llevarlo de un lado para otro usan el transportín y en esas calurosas tardes de verano lo dejan en una jaula especial para él en el jardín. Todos en la familia sabemos que es cuestión de tiempo que terminé piando, y es que ya ha empezado con sus clases de vuelo. Estando en la terraza de un tercer piso, tumbado sobre la columna al borde de un precipicio de casi quince metros de alto, el animal se repantingaba feliz y despreocupado ¡Cual terrible fue su sorpresa cuando se le terminó el suelo y se encontró volando como sus tan ansiadas presas! Supongo que al principio se sentiría un ser privilegiado por poder experimentar la experiencia de volar, luego llegó al suelo. Mi abuela acabó corriendo escaleras abajo a por el animal, el cual se escapó con solo algunos rasguños pero feliz. Sabía que podía volver a volar y se lo iba a enseñar al mundo, empezando por mis tías. Esa misma semana, cuando llegaron las dos de trabajar, les fue a saludar desde el balcón como acostumbraba a hacer, y mientras se fregaba con los barrotes de hierro volvió a hacer un segundo intento, con el mismo resultado: Felicidad y suelo.
Ya cansado, y sabiendo que a la tercera va a la vencida, al tiempo volvió a reunir los esfuerzos necesarios, trotó hasta la ventana de la habitación de mi abuela para llamarle la atención y volvió a lanzarse. Sin embargo, mis tías no compartían la misma felicidad que el gato por sus intentos de volar… ahora le esta prohibido pasearse en las terrazas y le han comprado una correa para tenerlo controlado.
Eso es lo que a mi me contaron, en mi opinión, creo que el gato tiene instintos suicidas, y es que cuando un bicho de cuatro quilos les planta cara a dos pastores alemanes de cincuenta quilos cada uno, alguna cosa no cuadra.

Still Alive (Estil Alaiv para los de CCC)

Eso, que tranquilos que no he muerto, estoy pasando por una etapa ligeramente estresante pero sigo vivo. Ah, y el lunes que viene habrá monólogo sobre la tele, que es un tema sobre el que casi nunca se han hecho chistes.

1 ene 2011

Feliz 2011

¡Feliz año nuevo desde aqui a nuestros seguidores!