12 ago 2010

Calor

Me despierto temprano. Intento levantarme y la cama se levanta conmigo. Sabia yo
que con el calor es frecuente que se te peguen las sabanas, pero no un colchon entero.
Me raspo el colchon de la espalda con una espatula y un soplete que tenia por ahi tirados.
Hora de desayunar. Rebusco en los armarios en busca de algo ingerible. Saludo a un dromedario que pasaba por mi cocina y le ayudo a quitarse algo de arena de las patas.
Al fin, me decido por un vasico horchata. Cojo un vaso y se derrite nada mas tocarlo. Vaya por dios.
Como el propio bote de horchata tambien se esta deshaciendo, aprovecho para aplastarlo en un barreño y acabo haciendo natillas de horchata. Desayuno rapido y dejo el barreño fuera para que se seque. Desvio la mirada un segundo. Al volver a mirar, donde estaba el barreño no hay mas que ceniza. Bueno, ya le encontrare uso.
Salgo a la calle bordeando cadaveres con gorra que se estan derritiendo poco a poco y llego a la parada del autobus. Intento sentarme pero el asiento esta en llamas. Me paso por el supermercado de la esquina, compro unos choricillos, y aprovecho para hacerlos en el asiento en lo que llega el autobus, que me he quedado con hambre. Mientras espero, observo como una señora intenta regar sus plantas pero cada vez que intenta echar agua, esta vuelve a la regadera al grito de "¡No al trabajo en condiciones infrahumanas!".
Al fin llega el autobus. Por lo visto se ha derretido un poco por el camino, puesto que no es mas que un conductor haciendo ruidos de motor con la boca y fingiendo que agarra un volante mientras veinte personas le van siguiendo haciendo la conga. Me agarro a la cadera de una señora de unos trescientos años mas o menos canturreando aquello de "Al compas del chacacha, el chacacha del tren".
Vamos haciendo paradas cada media hora para echarnos la proteccion solar de valor 800 y de paso nos terminamos los chorizos.
Llego a mi destino, donde me han encargado recoger un paquete para un conocido.
La puerta no es mas que un charco grasiento en el suelo, asi que decido pegar patadas al suelo para avisar de que he llegado. Un trozo de suelo se derrite y media pierna se me cuela dentro.
Consiguen sacarme de ahi, pero me he quedado sin zapato. Tendre que comprarme otros.
Agarro el paquete con guantes termicos para no achicharrarme y salgo a la calle nuevamente.
He perdido de vista al autobus detras de una muralla de fuego que ocupa casi toda la calle, asi que decido pillar un taxi. Me subo a los hombros de un señor y voy gritando "brum brum brum". Me dice que grite mas lento por que si no tiene que correr y le pueden quitar puntos. Procuro
decirlo mas despacio el resto del camino.
A mitad de trayecto, miro para arriba sin querer y el sol se proyecta a traves de mis gafas y me hace un agujero dejandome sin ojo izquierdo. Para evitar el desangre, me tapo el agujero con un chorizo que quedaba sin comer.
Pasamos por una piscina publica, donde se oyen gritos. Le digo al taxi que espere un momento y me acerco a la valla a ver que pasa. Por lo visto el agua ha llegado a punto de ebullicion y la piscina infantil se ha convertido en sopa de fideos. Como no tengo hambre, decido seguir mi camino.
Al llegar y entrar al edificio, la ausencia de ventilacion hace que empiece a derretirme.
Subo las escaleras reptando mientras me voy convirtiendo en una masa sin forma fija y no puedo
evitar preguntarme si es asi como se siente un chicle al sol.
Llamo a la puerta a cabezazos sujetando el paquete con los dientes. Al abrir el destinatario, lo primero que se le ocurre decir es "Hoy hace buen tiempo, ¿verdad?. Se ha quedado un fresquito mas rico..."
Le clavo el paquete entre ceja y ceja y repto hasta la nevera, acurrucandome entre las barritas
de merluza del Capitan Pescanova y una cubitera vacia.
Mañana sera otro dia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario